(Mt 27,33-36; Lc
23,32-49; Jn 19,17-30).
22 Lo llevaron al
"lugar del Gólgota" (que significa el lugar de la Calavera") 23y
le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. 24Lo crucificaron y se
repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno.
25Era media mañana
cuando lo crucificaron. 26El letrero con la causa de su condena llevaba esta
inscripción: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27Crucificaron con él a dos bandidos, uno a
su derecha y otro a su izquierda.
29 Los transeúntes lo
insultaban y decían, burlándose de él:
-¡Vaya! ¡El que
derriba el santuario y lo edifica en tres días! 30¡Baja de la cruz y sálvate!
31De modo parecido,
los sumos sacerdotes, bromeando entre ellos en compañía de los letrados,
decían:
-Ha salvado a otros y
él no se puede salvar. 32¡El Mesías, el rey de Israel! ¡Que baje ahora de la
cruz para que lo veamos y creamos!
También los que estaban
crucificados con él lo ultrajaban.
33 Al llegar el
mediodía, la tierra entera quedó en tinieblas hasta media tarde.
34 A media tarde
clamó Jesús dando una gran voz:
-¡Eloi, Eloi, lema
sabaktani! (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?).
35 Algunos de los
allí presentes, al oírlo, dijeron:
-Mira, está llamando
a Elías.
36 Uno echó a correr
y, empapando una esponja en vinagre la sujetó a una caña y le ofreció de beber,
mientras decía:
-Vamos a ver si viene
Elías a descolgarlo.
37 Pero Jesús,
lanzando una gran voz, expiró, 38y la cortina del santuario se rasgó en dos de
arriba abajo.
39 El centurión que
estaba allí presente frente a él, al ver que había expirado de aquel modo,
dijo:
-Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios.
40 Había también unas
mujeres observando aquello de lejos, entre ellas María Magdalena, María la
madre de Santiago el Pequeño y de José, y Salomé, 41que, cuando él estaba en
Galilea, lo seguían prestándole servicio; y además otras muchas que habían
subido conél a Jerusalén.
La sepultura (Mt
27,57-61; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42).
42 Caída ya la tarde,
como era Preparación, es decir, víspera de día de precepto, 43 fue José de
Arimatea, distinguido consejero que también había esperado el reinado de Dios,
y, armándose de valor, entró a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
44Pilato se extrañó de que ya estuviera muerto y, convocando al centurión, le
preguntó si había muerto hacía mucho.
45 Informado por el
centurión, concedió el cadáver a José. 46Éste compró una sábana y, descolgando
a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro que había sido
excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro.
47 María Magdalena y
María la de José observaban dónde lo ponían.
EXPLICACIÓN.
22-47. Tercera sección: Crucifixión, muerte y
sepultura.
a) (15,22-24): Crucifixión. Jesús rechaza el vino drogado
(cf. Prov 31,6s): da su vida voluntariamente y con plena conciencia (10,45;
14,22-24) (23). Reparto de la ropa: cita de Sal 22,19, que describe a un hombre
llevado por sus enemigos al extremo del sufrimiento y de la humillación.
b) (15,25-32): Media mañana, lit. «la hora tercia». Las
burlas al rey de los judíos. Causa de la condena, la aducida en el juicio ante
Pilato (15,2) (26). Bandidos, sin duda, rebeldes nacionalistas; se quiere
identificar a Jesús con un subversivo; a su derecha, a su izquierda, los
puestos de los seguidores de Jesús (10,40) (27). Algunos mensajes añaden el v.
28, tomado de Lc 22,37. «Porque os digo que tiene que cumplirse en mí lo que
está escrito: Lo tuvieron por un criminal». Insultos y burlas por parte de tres
grupos: a) la gente que pasa repite la falsa acusación presentada ante el
Consejo judío (14,58); éste fue sin duda el argumento usado por los sumos
sacerdotes para poner al pueblo contra Jesús (15,11); le piden que muestre su
poder para evitar la derrota; salvarse = poner la vida a salvo (cf. 8,35a)
(29-30); b) los dirigentes no conciben que alguien pueda entregar la vida por
amor a los hombres; los que detentan el poder sólo aceptarían a un Mesías que
hiciese ostentación de poder; no conocen a Dios (cf. 14,33-36) (31-32a); c) los
compañeros de suplicio (32b). Los tres grupos = la totalidad de Israel: los
representantes del régimen, los que aceptan sus decisiones y los rebeldes exaltados;
todos rechazan a un Mesías que da su vida sin defenderse con la violencia.
c) (15,33): El mediodía, lit. «la hora sexta». Las tinieblas
duran tres horas, aludiendo a los tres días de las que precedieron el éxodo de
Egipto (Éx 10,21s): anuncian la liberación universal «"la tierra
entera") y advierten a los que han condenado a Jesús de que se han
enfrentado con Dios (Am 8,9s; Jr 15,8s).
d) (15,34-41): Media tarde, lit. «la hora nona». La muerte.
Grito de Jesús (Sal 22,2); se renueva su dolor de Getsemaní: el pueblo judío ve
en su muerte un fracaso (15,29-32); no descubre en ella la revelación de Dios y
va a la ruina. Dios mío, confianza plena (14,36: Abba); Dios ha respetado la
libertad de los hombres y éstos no lo reconocen en su debilidad (33-34). Los
presentes interpretan mal el grito o se burlan de Jesús; según la doctrina de
los letrados (9,11), Elías debía preceder al Mesías y preparar su triunfo; ven
o pretenden ver en el grito de Jesús la confesión de su fracaso y el deseo de
ser liberado del suplicio. El vinagre, expresión del odio (Sal 69/68,22)
(35-36). Nuevo grito de Jesús: la voz y la efusión del Espíritu (verbo expirar,
gr. exepneusen), como en el bautismo (1,10s); ahora proceden de Jesús para la
humanidad entera (37). La cortina del santuario = la humanidad de Jesús (cf.
14,58: el santuario no hecho por hombres): al morir deja patente (se rasgó, cf.
1,10: «rasgarse el cielo») a Dios en el Hombre (de arriba abajo) (38); el
centurión, representante del mundo pagano, descubre a Dios en la muerte de
Jesús; Hijo de Dios, cf. 1,1 (39). Las tres mujeres (primera mención en Mc)
miran desde lejos (cf. 14,54, de Pedro): no se identifican con la muerte de
Jesús. Los hijos de esta María (que no es la madre de Jesús), han sido
mencionados en 6,3 como «hermanos» de Jesús. Otras mujeres presentes, pero no
los discípulos (40-41).
e) (15,42-47): El final del día, como en la cena (14,17);
víspera de fiesta (cf. 14,12). En Mc, José de Arimatea, persona de alta
posición y con cargo oficial, no es discípulo de Jesús, sino un judío piadoso
que había estado esperando el reinado de Dios, concebido a la manera del
judaísmo. Jesús había sido una esperanza, pero ésta había terminado con su
muerte (rodó una losa). Últimos honores. Presencia de dos de las mujeres (cf.
15,40).
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