martes, 16 de agosto de 2011

RESPUESTA DE JESÚS. LA RUINA DE JERUSALÉN NO ANUNCIARÁ LA RESTAURACIÓN, DARÁ COMIENZO AL PROCESO LIBERADOR. Mc 13,5-37.

(Mt 24,4-8; Lc 21,8-11).

5 Jesús se puso a decirles:
-¡Cuidado con que nadie os engañe!
6Llegarán muchos diciendo en nombre mío que yo soy y extraviarán a muchos.
7En cambio, cuando empecéis a oír estruendo de batallas y noticias de batallas, no os excitéis; tiene que suceder, pero todavía no es el fin.
8Es decir, se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre: eso es el principio de los dolores.

La misión: Persecución y fidelidad (Mt 24,9-14; Lc 21,12-19)

9Y vosotros, ¡cuidado con vosotros mismos! Os entregarán a consejos judíos y os apalearán en sinagogas, y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por causa mía, como prueba contra ellos, 10pues primero tiene que proclamarse la buena noticia a todas las naciones.
11Cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis por lo que vais a decir, sino aquello que se os comunique en aquella horas, decidlo, pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12Un hermano entregará a su hermano a la muerte, y un padre a su hijo; se levantarán en el juicio hijos contra padres y los harán morir, 13y seréis odiados de todos por razón de mi persona. Pero aquel que resista hasta el fin ése se salvará.

La ruina de Jerusalén: No habrá señal salvadora (Mt 24,15-28; Lc 21,20-24).

14Cuando veáis que el execrable devastador ha puesto el pie donde no tiene que hacerlo -téngalo presente el lector-, entonces, los que estén en Judea huyan a los montes, 15el que esté en la azotea no baje ni entre para coger algo de su casa, 16y el que esté en el campo no vuelva atrás para coger su manto.
17¡Pobres las que estén encinta o criando en aquellos días!
18Pedid que no suceda en invierno.
19Porque aquellos días serán una angustia tal como no la ha habido desde el principio de la humanidad que Dios creó hasta ahora, no la habrá nunca más.
20Y si el Señor no hubiese acortado los días, no se salvaría ningún mortal, pero por los elegidos que él eligió ha acortado los días.
21Y entonces, si alguien os dice: "Mira, aquí está el Mesías, míralo allí", no lo creáis, 22porque surgirán mesías falsos y profetas falsos y ofrecerán señales y prodigios que desviarían, si fuera posible, a los elegidos.
23¡Y vosotros, cuidado!, os lo he predicho todo.

El proceso liberador en la historia, fruto de la misión. (Mt 24,29-31; Lc 21,25-28).

24Ahora bien, en aquellos días, después de aquella angustia, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, 25las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en el cielo vacilarán, 26 y entonces verán llegar al Hombre entre nubes, con gran potencia y gloria, 27y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del cielo.

La ruina de Jerusalén: Su momento. (Mt 24,32-35; Lc 21,29-33).

28De la higuera, aprenden el sentido de la parábola: Cuando ya sus ramas se ponen tiernas y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29 Así también vosotros: cuando veáis que esas cosas están sucediendo, sabed que está cerca, a las puertas.
30 Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo eso se cumpla.
31El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

La misión de la comunidad: Entrega plena (Mt 24,36-44).

32En cambio, en lo referente al día aquel o la hora, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, únicamente el Padre.
33¡Andaos con cuidado, ahuyentad el sueño, que no sabéis cuándo va a ser el momento! Es como un hombre que se marchó de su país: dejó su casa, dio a los siervos su autoridad -a cada uno su tarea- 34y en especial al portero le mandó mantenerse despierto.
35Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa -si al oscurecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana-, 36no sea que, al llegar de improviso, os encuentre dormidos.
37Y lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: manteneos despiertos.

EXPLICACIÓN.

5-37. Respuesta de Jesús. En cada parte de la respuesta se distinguen dos unidades: en la primera responde Jesús a un aspecto de la pregunta de los discípulos; en la segunda trata de la misión.

a) (13,5-13): Primera unidad (5-8): Jesús deshace el presupuesto de los discípulos de que el desastre significa la inminencia «del fin» (la restauración mesiánica, «la idea humana»). Aviso inicial (5b). Cuando comience la guerra habrá mensajes proféticos (cf. Jr -11,21; 14,4s; 23,25; Zac 13,3) falsos en el grupo de discípulos, atribuyendo a Jesús (yo soy, cf. Éx 3,14; Dt 32,39; Is 43,10s; 52,6s, de Dios que va a salvar) el papel Mesías davídico que ha de salvar la situación (6). Peligro para los discípulos (no os excitéis, entusiasmo), que, como lo ha mostrado la pregunta participan de esa ideología. El inevitable (tiene que suceder) desastre no será el fin (7), sino el principio de los dolores en el parto de humanidad nueva. Terremotos, figura del terror producido por la rapidez de la invasión al 2,10; Jr 49,20ss; 51,28ss); hambre, consecuencia la guerra. La salvación no se realizará por un cambio brusco de la situación, sino por una maduración lenta (8).

Segunda unidad (9-13): Actitud del discípulo en la persecución. Aviso inicial (9). Persecución por parte de sus connacionales a causa de su ruptura con los ideales judíos, manifestada en la misión entre los paganos. Ser entregado, correlativo de «entregarse» (4,29; 8,34: «cargar con la cruz»), Tribunales judíos (consejos) y paganos (reyes y gobernadores, cf. 10,42), como a Jesús (10,33s; 14,55; 15,1); os apalearán, cf. 12,3.5. La salvación/maduración de la humanidad se irá realizando mediante la proclamación de la buena noticia a todas las naciones (10). Los poderes son enemigos del hombre y del mensaje; la persecución lo prueba (como prueba contra ellos); primero: la proclamación al mundo entero (14,9) es condición para «el fin» (cf. v. 7). La hora, la pasión del discípulo; con el Espíritu, ellos denunciarán la persistente infidelidad de Israel (11). El odio originado por la ideología rompe los vínculos de sangre. Tendrán que afrontar las rupturas más dolorosas. La constancia en la entrega llevará al discípulo a su plena maduración (fin individual, salvación) (cf. 8,35) (12-13).

b) (13,14-27): Primera unidad (14-23): Jesús invalida el otro presupuesto de los discípulos: no habrá señal salvadora (cf. 8,12). El execrable devastador (cf. Dn 9,27; 11,31; 12,11), el ejército romano que invade la tierra (cf., de otras invasiones, Jr 4,7; 7,1-10.34; 22,5; 32; 25,18) destinada por Dios a Israel (donde no tiene que hacerlo). Aviso al lector: atención a los sucesos, para huir a tiempo (14). Exhortación (15-16): fuga sin demora (como de Babilonia, Is 48,20; Jr 51,6.45; como de Sodoma (Gn 19,17; cf. Dt 29,21-24) no hay esperanza de salvación para Jerusalén. Centro (17-20): La ruina. Compasión de Jesús por los débiles; se destruye la esperanza de vida (2 Re 15,16; Os 14,1; Am 1,13; Sal 137,8s: crueldad con las embarazadas y con los niños) (17); con la oración (no con la resistencia), los discípulos han, de solidarizarse con las víctimas inocentes (18). El desastre no tendrá Igual  en la historia (Dn 12,1); su gravedad no se debe sólo a su crueldad, como sobre todo al valor de lo que se destruye: una historia de salvación acaba en la ruina la infidelidad definitiva aniquila el pasado de Israel (12,6-9); es «el principio de los dolores» (13,8) (19). Los elegidos, los israelitas fieles, a los que Dios salva la vida (Dt 4,40; 6,2.24; 8,1; 11,8s) (20). Exhortación (21-22), previniendo contra las falsas esperanzas de salvación, que podrían tentar a los discípulos y provocar su separación de Jesús; profetas falsos Jr 33,7.8.11.16; 35; 36), que prometen, liberación y pretenden legitimar a los falsos mesías (22). La predicción está completa; no habrá señal salvadora (23).

Segunda unidad (24-27): se describe el proceso liberador en la historia después de la caída de Jerusalén. Continúan «los dolores» del parto (13,7) de la humanidad nueva. La conmoción cósmica, recurso literario de los profetas para indicar la caída de un poder opresor, que produce un viraje en la historia (Is  13, Babilonia; 34, Edom; Jr 4,20-23; Ez 32,7s, Egipto; JI 2,10; 3,4; 4,15; Am 8,9). Sol y luna, las divinidades paganas (Dt 4,19s; 17,3; Jr 8,2; Ez 8,16): los valores representados por ellas pierden su brillo (24); los poderes políticos opresores del hombre legitimados por ellas, que se atribuían dignidad divina (estrellas, cf. Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10; potencias que están en el cielo, opuestas «al Padre que está en el cielo», 11,25) van vacilando y cayendo (25). Llegada iterada del Hombre a lo largo la historia (la primera vez la ruina de Jerusalén, 14,62): cada caída de un poder opresor es un triunfo del Hombre, percibido por los mismos opresores (14,62); entre nubes, verdadera condición divina, la del Hombre; la llegada equivale a la de Dios mismo (Sal 89/88,7; 68/67,34); potencia, fuerza que da vida (12,24;14,62); gloria, realeza, la del Padre (8,38) (26). Reúne (cf. 4,29) a sus elegidos (por oposición a los de la antigua alianza, vv.20.22), los que «han resistido hasta el fin» (13,13; cf. 10,38s) en la misión, el nueva pueblo (12,9.10s) o nueva humanidad, de origen judío o pagano (los cuatro vientos, cf. Dt 28,64; 30,4), para integrarlos en la comunidad definitiva, «el fin» (13,7.13: «se salvará»), el reino de Dios y del Hombre (27).

c) (28-37): Primera unidad (28-31): respuesta a la cuestión del «cuándo» (v. 4). Ante todo, la ruina tiene un aspecto positivo. La parábola es la de 12,1-9; en 12, se anuncian al mismo tiempo destrucción aspecto negativo) y paso del Reino a otros pueblos (aspecto positivo); higuera nueva y viva (cf. 11,13.20); las ramas (cf. 4,32, del reino de Dios); las hojas (cf. 11,13); el verano, tiempo de la cosecha (cf. 4,29, del hombre nuevo) (28). Así también vosotros (cf. 7,17, de la incomprensión) (29). La destrucción de Jerusalén y la entrada de los paganos en el reino tendrán lugar dentro de la misma generación (cf. 9,1); generación, la del Mesías, infiel como la del desierto (8,12.38; 9,19; Dt 2,5.20; Sal 95,10) (30). Certeza (31).


Segunda unidad (32-37). Introducción: El día, la llegada del Hombre (13,26), la salvación (13,27: el Reino definitivo); la hora, la de la pasión del discípulo (13,11: ayuda divina, el Espíritu); ambos, acontecimientos no únicos, sino iterados, constituyen el «fin de cada discípulo 3,13); nadie entiende, a nadie competen más que al Padre; toca a él solo reivindicar al Hijo y a sus seguidores ante los perseguidores (cf. 2,36); confianza en su amor (Padre, nombre de Dios en la comunidad cristiana; cf. 13,19: «Dios», el Creador, referido a la humanidad entera; 13,20.22: «el Señor» = Yahvé, a la antigua alianza) (32). Lo que toca a los discípulos es cumplir con su tarea. Analogía: un hombre... de viaje, cf. 12,1; su casa/hogar, cf. 2,15; 9,33b; 10,10, la nueva comunidad, compuesta de los dos grupos de seguidores; los siervos, para rescatar a los  que sufren la opresión (cf. 10,44.45); su autoridad, el Espíritu (2,10), para borrar el pasado (2,5) y comunicar vida (2,10ss); su tarea, modo personal de ejercer el servicio (33). El portero, la comunidad en cuanto ha de abrir las puertas a los paganos (cf. 13 ,29: «a las puertas»); mantenerse despierto, aceptar y hacer propia la actitud de Jesús ante la persecución y la muerte, que aparece como un fracaso (cf. 14,34.37s; 3,9-13; 8,34: «renegar de sí mismo, cargar con su cruz»). Esta entrega por amor a la humanidad es el mandamiento de Jesús (le mandó; cf.10, 3.5), que sustituye a los de la antigua alianza (12,29-31) (34). El señor de la casa (cf. 12,9: «el señor/dueño de la viña»), función divina de Jesús, el Hombre; al oscurecer, etc., las cuatro partes en que los romanos dividían la noche (cf. 6,48); contexto de misión universal (13,10; 4.9); de improviso, no hay tiempo para cambiar de actitud.(v. 33: “no sabéis” el momento de la persecución); dormidos, la fidelidad de los discípulos, en peligro (cf. 14,37.40.41) (35-36). El mandamiento vale para todos sus seguidores, tanto los discípulos, israelitas (vosotros) como para los no israelitas (todos) (37).

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