(Mt 24,4-8; Lc
21,8-11).
5 Jesús se puso a
decirles:
-¡Cuidado con que
nadie os engañe!
6Llegarán muchos
diciendo en nombre mío que yo soy y extraviarán a muchos.
7En cambio, cuando
empecéis a oír estruendo de batallas y noticias de batallas, no os excitéis;
tiene que suceder, pero todavía no es el fin.
8Es decir, se
levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá terremotos en
diversos lugares, habrá hambre: eso es el principio de los dolores.
La misión:
Persecución y fidelidad (Mt 24,9-14; Lc 21,12-19)
9Y vosotros, ¡cuidado
con vosotros mismos! Os entregarán a consejos judíos y os apalearán en
sinagogas, y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por causa mía, como
prueba contra ellos, 10pues primero tiene que proclamarse la buena noticia a
todas las naciones.
11Cuando os conduzcan
para entregaros, no os preocupéis por lo que vais a decir, sino aquello que se
os comunique en aquella horas, decidlo, pues no sois vosotros los que habláis,
sino el Espíritu Santo.
12Un hermano
entregará a su hermano a la muerte, y un padre a su hijo; se levantarán en el
juicio hijos contra padres y los harán morir, 13y seréis odiados de todos por
razón de mi persona. Pero aquel que resista hasta el fin ése se salvará.
La ruina de
Jerusalén: No habrá señal salvadora (Mt 24,15-28; Lc 21,20-24).
14Cuando veáis que el
execrable devastador ha puesto el pie donde no tiene que hacerlo -téngalo
presente el lector-, entonces, los que estén en Judea huyan a los montes, 15el
que esté en la azotea no baje ni entre para coger algo de su casa, 16y el que
esté en el campo no vuelva atrás para coger su manto.
17¡Pobres las que
estén encinta o criando en aquellos días!
18Pedid que no suceda
en invierno.
19Porque aquellos
días serán una angustia tal como no la ha habido desde el principio de la
humanidad que Dios creó hasta ahora, no la habrá nunca más.
20Y si el Señor no
hubiese acortado los días, no se salvaría ningún mortal, pero por los elegidos
que él eligió ha acortado los días.
21Y entonces, si
alguien os dice: "Mira, aquí está el Mesías, míralo allí", no lo
creáis, 22porque surgirán mesías falsos y profetas falsos y ofrecerán señales y
prodigios que desviarían, si fuera posible, a los elegidos.
23¡Y vosotros,
cuidado!, os lo he predicho todo.
El proceso
liberador en la historia, fruto de la misión. (Mt 24,29-31; Lc 21,25-28).
24Ahora bien, en
aquellos días, después de aquella angustia, el sol se oscurecerá y la luna no
dará su resplandor, 25las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que
están en el cielo vacilarán, 26 y entonces verán llegar al Hombre entre nubes,
con gran potencia y gloria, 27y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus
elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del cielo.
La ruina de
Jerusalén: Su momento. (Mt 24,32-35; Lc 21,29-33).
28De la higuera,
aprenden el sentido de la parábola: Cuando ya sus ramas se ponen tiernas y echa
las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29 Así también
vosotros: cuando veáis que esas cosas están sucediendo, sabed que está cerca, a
las puertas.
30 Os aseguro que no
pasará esta generación antes que todo eso se cumpla.
31El cielo y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
La misión de la
comunidad: Entrega plena (Mt 24,36-44).
32En cambio, en lo
referente al día aquel o la hora, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del
cielo ni el Hijo, únicamente el Padre.
33¡Andaos con
cuidado, ahuyentad el sueño, que no sabéis cuándo va a ser el momento! Es como
un hombre que se marchó de su país: dejó su casa, dio a los siervos su
autoridad -a cada uno su tarea- 34y en especial al portero le mandó mantenerse
despierto.
35Por tanto,
manteneos despiertos, que no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa -si
al oscurecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana-, 36no sea que,
al llegar de improviso, os encuentre dormidos.
37Y lo que os digo a
vosotros, lo digo a todos: manteneos despiertos.
EXPLICACIÓN.
5-37. Respuesta de Jesús. En cada parte de la respuesta se
distinguen dos unidades: en la primera responde Jesús a un aspecto de la
pregunta de los discípulos; en la segunda trata de la misión.
a) (13,5-13): Primera unidad (5-8): Jesús deshace el
presupuesto de los discípulos de que el desastre significa la inminencia «del
fin» (la restauración mesiánica, «la idea humana»). Aviso inicial (5b). Cuando
comience la guerra habrá mensajes proféticos (cf. Jr -11,21; 14,4s; 23,25; Zac
13,3) falsos en el grupo de discípulos, atribuyendo a Jesús (yo soy, cf. Éx
3,14; Dt 32,39; Is 43,10s; 52,6s, de Dios que va a salvar) el papel Mesías
davídico que ha de salvar la situación (6). Peligro para los discípulos (no os
excitéis, entusiasmo), que, como lo ha mostrado la pregunta participan de esa
ideología. El inevitable (tiene que suceder) desastre no será el fin (7), sino
el principio de los dolores en el parto de humanidad nueva. Terremotos, figura
del terror producido por la rapidez de la invasión al 2,10; Jr 49,20ss; 51,28ss);
hambre, consecuencia la guerra. La salvación no se realizará por un cambio
brusco de la situación, sino por una maduración lenta (8).
Segunda unidad (9-13): Actitud del discípulo en la
persecución. Aviso inicial (9). Persecución por parte de sus connacionales a
causa de su ruptura con los ideales judíos, manifestada en la misión entre los
paganos. Ser entregado, correlativo de «entregarse» (4,29; 8,34: «cargar con la
cruz»), Tribunales judíos (consejos) y paganos (reyes y gobernadores, cf.
10,42), como a Jesús (10,33s; 14,55; 15,1); os apalearán, cf. 12,3.5. La
salvación/maduración de la humanidad se irá realizando mediante la proclamación
de la buena noticia a todas las naciones (10). Los poderes son enemigos del
hombre y del mensaje; la persecución lo prueba (como prueba contra ellos);
primero: la proclamación al mundo entero (14,9) es condición para «el fin» (cf.
v. 7). La hora, la pasión del discípulo; con el Espíritu, ellos denunciarán la
persistente infidelidad de Israel (11). El odio originado por la ideología
rompe los vínculos de sangre. Tendrán que afrontar las rupturas más dolorosas.
La constancia en la entrega llevará al discípulo a su plena maduración (fin
individual, salvación) (cf. 8,35) (12-13).
b) (13,14-27): Primera unidad (14-23): Jesús invalida el
otro presupuesto de los discípulos: no habrá señal salvadora (cf. 8,12). El
execrable devastador (cf. Dn 9,27; 11,31; 12,11), el ejército romano que invade
la tierra (cf., de otras invasiones, Jr 4,7; 7,1-10.34; 22,5; 32; 25,18)
destinada por Dios a Israel (donde no tiene que hacerlo). Aviso al lector:
atención a los sucesos, para huir a tiempo (14). Exhortación (15-16): fuga sin
demora (como de Babilonia, Is 48,20; Jr 51,6.45; como de Sodoma (Gn 19,17; cf.
Dt 29,21-24) no hay esperanza de salvación para Jerusalén. Centro (17-20): La
ruina. Compasión de Jesús por los débiles; se destruye la esperanza de vida (2
Re 15,16; Os 14,1; Am 1,13; Sal 137,8s: crueldad con las embarazadas y con los
niños) (17); con la oración (no con la resistencia), los discípulos han, de
solidarizarse con las víctimas inocentes (18). El desastre no tendrá Igual en la historia (Dn 12,1); su gravedad no se
debe sólo a su crueldad, como sobre todo al valor de lo que se destruye: una
historia de salvación acaba en la ruina la infidelidad definitiva aniquila el
pasado de Israel (12,6-9); es «el principio de los dolores» (13,8) (19). Los
elegidos, los israelitas fieles, a los que Dios salva la vida (Dt 4,40; 6,2.24;
8,1; 11,8s) (20). Exhortación (21-22), previniendo contra las falsas esperanzas
de salvación, que podrían tentar a los discípulos y provocar su separación de
Jesús; profetas falsos Jr 33,7.8.11.16; 35; 36), que prometen, liberación y
pretenden legitimar a los falsos mesías (22). La predicción está completa; no
habrá señal salvadora (23).
Segunda unidad (24-27): se describe el proceso liberador en
la historia después de la caída de Jerusalén. Continúan «los dolores» del parto
(13,7) de la humanidad nueva. La conmoción cósmica, recurso literario de los
profetas para indicar la caída de un poder opresor, que produce un viraje en la
historia (Is 13, Babilonia; 34, Edom; Jr
4,20-23; Ez 32,7s, Egipto; JI 2,10; 3,4; 4,15; Am 8,9). Sol y luna, las
divinidades paganas (Dt 4,19s; 17,3; Jr 8,2; Ez 8,16): los valores representados
por ellas pierden su brillo (24); los poderes políticos opresores del hombre
legitimados por ellas, que se atribuían dignidad divina (estrellas, cf. Is
14,12-14; 24,21; Dn 8,10; potencias que están en el cielo, opuestas «al Padre
que está en el cielo», 11,25) van vacilando y cayendo (25). Llegada iterada del
Hombre a lo largo la historia (la primera vez la ruina de Jerusalén, 14,62):
cada caída de un poder opresor es un triunfo del Hombre, percibido por los
mismos opresores (14,62); entre nubes, verdadera condición divina, la del
Hombre; la llegada equivale a la de Dios mismo (Sal 89/88,7; 68/67,34);
potencia, fuerza que da vida (12,24;14,62); gloria, realeza, la del Padre
(8,38) (26). Reúne (cf. 4,29) a sus elegidos (por oposición a los de la antigua
alianza, vv.20.22), los que «han resistido hasta el fin» (13,13; cf. 10,38s) en
la misión, el nueva pueblo (12,9.10s) o nueva humanidad, de origen judío o
pagano (los cuatro vientos, cf. Dt 28,64; 30,4), para integrarlos en la
comunidad definitiva, «el fin» (13,7.13: «se salvará»), el reino de Dios y del
Hombre (27).
c) (28-37): Primera unidad (28-31): respuesta a la cuestión
del «cuándo» (v. 4). Ante todo, la ruina tiene un aspecto positivo. La parábola
es la de 12,1-9; en 12, se anuncian al mismo tiempo destrucción aspecto
negativo) y paso del Reino a otros pueblos (aspecto positivo); higuera nueva y
viva (cf. 11,13.20); las ramas (cf. 4,32, del reino de Dios); las hojas (cf.
11,13); el verano, tiempo de la cosecha (cf. 4,29, del hombre nuevo) (28). Así
también vosotros (cf. 7,17, de la incomprensión) (29). La destrucción de
Jerusalén y la entrada de los paganos en el reino tendrán lugar dentro de la
misma generación (cf. 9,1); generación, la del Mesías, infiel como la del
desierto (8,12.38; 9,19; Dt 2,5.20; Sal 95,10) (30). Certeza (31).
Segunda unidad (32-37). Introducción: El día, la llegada del
Hombre (13,26), la salvación (13,27: el Reino definitivo); la hora, la de la
pasión del discípulo (13,11: ayuda divina, el Espíritu); ambos, acontecimientos
no únicos, sino iterados, constituyen el «fin de cada discípulo 3,13); nadie
entiende, a nadie competen más que al Padre; toca a él solo reivindicar al Hijo
y a sus seguidores ante los perseguidores (cf. 2,36); confianza en su amor
(Padre, nombre de Dios en la comunidad cristiana; cf. 13,19: «Dios», el
Creador, referido a la humanidad entera; 13,20.22: «el Señor» = Yahvé, a la
antigua alianza) (32). Lo que toca a los discípulos es cumplir con su tarea.
Analogía: un hombre... de viaje, cf. 12,1; su casa/hogar, cf. 2,15; 9,33b;
10,10, la nueva comunidad, compuesta de los dos grupos de seguidores; los siervos,
para rescatar a los que sufren la
opresión (cf. 10,44.45); su autoridad, el Espíritu (2,10), para borrar el
pasado (2,5) y comunicar vida (2,10ss); su tarea, modo personal de ejercer el
servicio (33). El portero, la comunidad en cuanto ha de abrir las puertas a los
paganos (cf. 13 ,29: «a las puertas»); mantenerse despierto, aceptar y hacer
propia la actitud de Jesús ante la persecución y la muerte, que aparece como un
fracaso (cf. 14,34.37s; 3,9-13; 8,34: «renegar de sí mismo, cargar con su
cruz»). Esta entrega por amor a la humanidad es el mandamiento de Jesús (le
mandó; cf.10, 3.5), que sustituye a los de la antigua alianza (12,29-31) (34).
El señor de la casa (cf. 12,9: «el señor/dueño de la viña»), función divina de
Jesús, el Hombre; al oscurecer, etc., las cuatro partes en que los romanos
dividían la noche (cf. 6,48); contexto de misión universal (13,10; 4.9); de
improviso, no hay tiempo para cambiar de actitud.(v. 33: “no sabéis” el momento
de la persecución); dormidos, la fidelidad de los discípulos, en peligro (cf.
14,37.40.41) (35-36). El mandamiento vale para todos sus seguidores, tanto los
discípulos, israelitas (vosotros) como para los no israelitas (todos) (37).
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