(Mt 16,21-23; Lc
8,22)
31Empezó a enseñarles
que el Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, los
sumos, sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y, a los tres días,
resucitar.
32y exponía el
mensaje abiertamente. Entonces Pedro lo tomó consigo y empezó a increparlo.
33Él se volvió y, de cara a sus discípulos, increpó a Pedro diciéndole:
-¡Quítate de mí
vista, Satanás!, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana.
Condiciones para
el seguimiento (Mt 16,24-28; Lc 9,23-27)
34Convocando a la
multitud con sus discípulos, les dijo:
-Si uno quiere
venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me
siga; 35 porque el que quiera poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el
que pierda su vida por causa mía y de la buena noticia la pondrá a salvo. 36Y
¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero a precio de su vida. 37Y
¿qué podrá pagar para recobrarla? 38 Además, si uno se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta
generación idólatra y descreída, también el Hombre se avergonzara de él cuando
llegue con la gloria de su Padre entre los ángeles santos.
9 1Y añadió:
-Os aseguro que
algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado de
Dios con fuerza.
La transfiguración
(Mt 17,1-13; Lc 9,28-36)
2 A los seis días
Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un monte
alto, aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos: 3sus vestidos
se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es
capaz de blanquear.
4Se les apareció Elías
con Moisés; estaban conversando con Jesús. 5Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús:
-Rabbí, viene muy
bien que estemos aquí nosotros;
podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.
6Es que no sabía cómo
reaccionar, porque estaban aterrados.
7Se formó una nube
que los cubría, y hubo una voz desde la nube:
-Éste es mi Hijo, el
amado: escuchadlo.
8Y, de pronto, al
mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
9Mientras bajaban del
monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el
Hombre resucitase de la muerte. 10Ellos se atuvieron a este aviso, aunque
discutían entre sí qué significaba aquel «resucitar de la muerte». 11Entonces
le hicieron esta pregunta:
-¿Cómo dicen los
letrados que Elías tiene que venir primero?
12Él les repuso:
-¡De modo que Elías
viene primero y lo pone todo en orden! Entonces, ¿cómo está escrito que el
Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? 13OS digo más: no sólo Elías
ha venido ya, sino que lo han tratado a su antojo, como estaba escrito de él.
El niño epiléptico
(Mt 17,14-20; Lc 9,37-43a)
14Al llegar él adonde
estaban los discípulos vio en torno a ellos una gran multitud} a unos letrados
que discutían con ellos. 15 Al ver a Jesús, toda la multitud quedo
desconcertada; pero, en seguida, echando a correr, se pusieron a saludarlo.
16Él les preguntó:
-¿De qué discutís con
ellos?
17Uno de la multitud
le contestó:
-Maestro, te he
traído a mi hijo, que tiene un espíritu que lo deja mudo. 18 Cada vez: que lo
agarra, lo tira por tierra, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda
tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, pero no han tenido fuerza.
19Reaccionó Jesús
diciéndoles:
-¡Generación sin fe!
¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros?, ¿hasta cuándo tendré que
soportaros? Traédmelo.
20Se lo llevaron y,
en cuanto lo vio el espíritu, empezó a retorcer al chiquillo; cayó por tierra y
rodaba echando espumarajos. 21Jesús le preguntó al padre:
-¿Cuánto tiempo hace
que le pasa esto?
Respondió:
-Desde pequeño; 22y
muchas veces lo ha tirado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo
puedes, conmuévete y ayúdanos.
23Jesús le replicó:
-¡Ese «si puedes»!
Todo es posible para el que tiene fe.
24Inmediatamente el
padre del chiquillo gritó:
-¡Fe tengo, ayúdame
en lo que me falta!
25 Al ver Jesús que
una multitud acudía corriendo, intimó al espíritu inmundo:
-¡Espíritu mudo y
sordo, yo te lo ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él!
26Entre gritos y
violentas convulsiones salió. El chiquillo se quedó como un cadáver, de modo
que la multitud decía que había muerto. 27Pero Jesús, cogiéndolo de la mano, lo
levantó y se puso en pie.
28Cuando entró en
casa sus discípulos le preguntaron aparte:
-¿Por qué no hemos
podido echarlo nosotros?
29Él les replicó:
-Esta ralea no puede
salir con nada, más que pidiéndolo.
EXPLICACIÓN.
8,31-13,37. Segundo período (cf. 1,16). Temas dominantes: el
destino del Hombre (8,31; 9,31; 10,33s), el seguimiento y el contraste entre
los dos grupos de seguidores (8,34; 9,33b-50; 10,13-16), la denuncia del
templo/institución judía (11,15-19; 13,1s). Comprende las secciones cuarta a
octava.
8,31-9,29. Cuarta sección, compuesta de introducción (8,31-33)
Y un tríptico (8,34-9,1; 9,2-13; 9,14-29). Introducción (8,31-33): Enseñar, dar
una información que se aplica a la vida de los discípulos (seguidores
israelitas). En lugar del concepto judío de «Mesías», el universal de- el Hombre - (2,10; 2,28), el portador
del Espíritu de Dios (1,10), que, por ello, posee la plenitud humana; por
extensión, los que siguen su camino. «El Hombre», intolerable para los poderes
de la sociedad judía (sumos sacerdotes, senadores, letrados, las tres
categorías que componían el Gran Consejo o Sanedrín); tenía que padecer, etc.:
reacción inevitable de la sociedad injusta al mensaje de Jesús. Desenlace de su
actividad: la muerte no pone fin a la vida. Tres días, breve lapso de tiempo
(Os 6,2) (31). Les exponía el mensaje, como antes a la multitud, pero sin
parábolas (cf. 2,2; 4,33; cf. 4,26-29: la entrega).
Resistencia de Pedro: increpa ("conmina", como a
un espíritu inmundo, cf. 8,30) a Jesús como a un enemigo del plan de Dios;
muestra su falso concepto del Mesías (8,29): se opone a que Jesús tenga que
morir, quiere un Mesías poderoso y triunfador (32). Jesús, de cara a sus
discípulos, que profesaban la misma idea (8,30: «les conminó») increpa/conmina
a Pedro: lo identifica con Satanás, el tentador, el enemigo del hombre y de Dios
(1,13); la idea humana/de los hombres, de la tradición farisea y rabínica
(7,8), la de los que «no ven ni oyen» (8,24.27), opuesta a la de Dios. Se
oponen dos mesianismos: el del Mesías...Hijo de Dios (1,1; 14,61s), que se
entrega por la humanidad (1,9-11), y el del Mesías hijo/sucesor de David
(10,47.48; 12,35-37), victorioso y restaurador de Israel. Tentación de poder
(1,13.24.34; 3,11; 8,11) (33).
8,34-9,29. Tríptico.
a) (8,34-9,1): Los dos grupos de seguidores (los discípulos,
israelitas; la multitud, no israelita, cf. 3,32; 5,24b; 7,14.33). Condiciones
para el seguimiento, es decir, para la construcción de la sociedad nueva:
renunciar a toda ambición y rivalidad (renegar de sí mismo; cf. 9,35.42-50) Y
aceptar hasta lo último, como Jesús, la hostilidad de la sociedad injusta
(cargar con su cruz) (34). El destino del Hombre (31) es propio de todos los
que aspiran a la plenitud humana (34). La opción es razonable: el egoísmo
insolidario acaba en la muerte; la entrega por la difusión del mensaje hace superar
la muerte (35). El «ser» contra la vanidad del «tener» y el «poder»; fracaso
irreversible (36-37). Advertencia sobre todo para los discípulos: no ceder a la
presión de la sociedad en que viven (esta generación, cf. 8,12; Dt 32,5), que,
por su exclusivismo nacionalista, es infiel a Dios (38). El reinado de Dios
conocerá un impulso extraordinario dentro de aquella generación, debido a la
entrada de los paganos en el Reino después de la destrucción de Jerusalén
(13,28-32;14,62); con fuerza de vida (cf. 5,30; 12,24; 13,26; 14;62) (9,1).
b) (9,2-13): Ante la resistencia manifestada por Pedro
(8,32), muestra Jesús a los tres discípulos más recalcitrantes (3,16s,
sobrenombres; cf. 5,37) el estado final del Hombre, que, con su entrega, ha
superado la muerte (cf. 8,31.35). El monte alto, lugar de una importante
(altura) manifestación divina; aparte, incomprensión (4,34). La escena anticipa
la resurrección (2). Color blanco, imposible de obtener en este mundo, la
condición divina del Hombre (cf. 16,5) (3). Elías (los profetas) con Moisés (la
Ley) se aparecen a los discípulos, pero no hablan con ellos, sino con Jesús,
reciben instrucciones de él (Éx 34,35): Jesús es el punto de llegada del AT;
éste no tiene ya un mensaje directo para los cristianos, su validez o caducidad
se juzga a partir de Jesús (4).
Rabbí, el que enseña ateniéndose a la tradición judía, sólo
en boca de Pedro (9,5; 11,21) y de Judas (14,45). Pedro quiere poner en pie de
igualdad a Jesús, Moisés y Elías (tres chozas), integrando el mesianismo de Jesús
en las categorías del AT: Moisés (éxodo de Egipto con muerte de los enemigos),
Elías (celo reformador y violento, cf. 1 Re 18,40; 19,14ss; 2 Re 1,9-12; Eclo
48,1ss; cf. Mc 1,29-31). No interpretan su gloria como estado final, sino como
inicial, para la restauración de Israel (5). Terror ante la gloria que se
manifiesta en Jesús, que, por su anterior resistencia, sienten como una
amenaza; la propuesta de Pedro ha intentado congraciárselo (6). Nube, la
presencia divina (cf. Éx 40,34-38).
La voz manifiesta a los discípulos la identidad de Jesús (cf.
1, 11) y refrenda su enseñanza: es el único a quien deben escuchar (cf. Dt
18,15.18): EI AT queda ya sin voz propia; mirando a Jesús la comunidad
cristiana integra o descarta la doctrina del AT (7-8).
Los discípulos han
Interpretado mal la manifestación; no deben divulgar su error. Siendo anticipo
de la resurrección, sólo después de la muerte de Jesús encontrara su contexto
interpretativo. Debería prepararlos para la escena de Getsemaní (14,33) (9). No
comprenden la expresión resucitar de la muerte; han disociado la escena
anterior de la muerte de Jesús; esperan esa gloria para su vida mortal (10).
Contra la doctrina de los letrados, los, discípulos ya no ven necesario que
Elías tenga que preparar la situación antes de la acción del Mesías (cf. Mal 3,
23, Prov 48,10) (11). Elías ha venido
(Juan Bautista, cf. 1,6), pero no imponiendo un orden. El Hombre va a ser
despreciado (Sal 89,39, del rey Mesías: cf. 8,31); trato a Elías/Juan (1 Re
19,2-10 Jezabel/Herodías; cf. 6,17.27) (12-13).
c) (9,14-29): La mención de los letrados señala la temática
común a esta escena y a la anterior (9,11): la llegada del Mesías preparada por
Ellas. Los letrados acosan a los discípulos (14). La situación de la multitud
está representada por dos figuras: el chiquillo epiléptico (desesperación
causada por la doctrina de los letrados, que promete una salvación milagrosa en
un futuro incierto, renunciando a todo esfuerzo por remediar la injusticia) y
el padre (esperanza en Jesús). Los discípulos, que no comprenden el mesianismo
de Jesús (8,30.32s; 9,10s), son incapaces de responder a los letrados y de
ofrecer alternativa al pueblo (17-18). Generación infiel: La del Mesías, que
incluye a los discípulos (8,12.38) (19). El pueblo oprimido se rebela
violentamente (espíritu inmundo); mal antiguo
en Israel (21: desde pequeño). Esa doctrina lo lleva a conatos de
violencia que lo destruyen: el fuego, en relación con Elías (1,30s; 9,4), el
agua con Moisés (9,4, éxodo violento). Oración vacilante del padre (si algo
puedes) y respuesta de Jesús (22-23). Nueva oración: confía en Jesús, pero reconoce
su propia ambigüedad (24). Se acerca la multitud los seguidores no israelitas.
Liberación del chiquillo/pueblo (25-26) que equivale a la resurrección de un
muerto (5,41); coger de la mano: levantar, cf. 1,31, 5,41 s (27). Pregunta de
los discípulos en privado en casa de
Israel mesiánico (3,20; 7,17); aparte, incomprensión (cf. 4,34; 6,32; 7,33;
9,2). Fracaso en su actividad (cf. 6,7)
(28). La respuesta de Jesús Implica que también ellos están
poseídos por ese espíritu (reformismo violento), necesitan pedirle a él que los
libere de su infidelidad; cf. 10,47.48) (29).
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