VII.EN EL TEMPLO:
DENUNCIA Y CONTROVERSIA
Maldición de la
higuera (Mt 21,18-29)
12 Al día siguiente,
cuando salieron de Betania, sintió hambre. 13Viendo de lejos una higuera con
hojas, fue a ver si encontraba algo en ella, pero al acercarse no, encontró
nada más que hojas, porque el tiempo no habla sido de higos. "Reaccionó
diciéndole:
-Nunca jamás coma ya
nadie fruto tuyo.
Los discípulos lo
estaban oyendo.
Denuncia del
templo (Mt 21,12-17; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22)
15Llegaron a
Jerusalén, entró en el templo y empezó a echar a los que vendían y compraban
allí; volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían
palomas; 16y no consentía que nadie transportase objetos atravesando por el
templo. 17Luego se puso a enseñar diciendo:
-¿No está escrito:
“Mi casa ha de llamarse casa de oración para todos los pueblos”? En cambio,
vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos.
18Se enteraron los
sumos sacerdotes y los letrados y buscaban una manera de acabar con él; de
hecho, le tenían miedo, porque toda la multitud estaba impresionada de su
enseñanza.
19Cuando anocheció,
salieron fuera de la ciudad.
La higuera seca (Mt 21,20-22)
20 Al pasar por la
mañana vieron la higuera seca de raíz. 21 Pedro se acordó y le dijo a
Jesús:
-Rabbí, mira, la
higuera que maldijiste se ha secado.
22Jesús le repuso:
-Tened fe en Dios. 23
Os aseguro que quien diga a ese monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, y no
vacile en su interior, sino que tenga fe en que lo que dice va a suceder, lo
obtendrá. 24Por eso os digo: cualquier cosa que pidáis en vuestra oración,
tened fe en que la habéis recibido y la obtendréis. 25Y cuando estéis orando,
perdonad lo que tengáis contra quien sea, para que también vuestro Padre del
cielo os perdone vuestras faltas.
EXPLICACIÓN.
11,12-12,4. Séptima sección: En el templo. El tema del
dinero aparece en el tríptico inicial (11,12-25; cf. 15-17) Y en la perícopa
final (12,41-44). Entre estas unidades se intercalan dos trípticos de polémica
(11,27-12,17; 12,28-40), separados por una perícopa central (12,18-27).
12-25. Tríptico inicial: La denuncia del templo (11,15-19),
situada entre la maldición de la higuera (11,12-14) y su cumplimiento (11,20),
hace de la higuera una figura del templo/institución.
a) (11,12-14): Frondosidad engañosa que oculta la
esterilidad (13); el tiempo no había sido de higos (impf. por plpf., como en
11,32), alusión a 1,15: «Se ha cumplido el plazo/tiempo», el de la antigua
alianza, que no ha dado fruto (13). Jesús confirma su esterilidad para siempre:
ha terminado su papel histórico (14).
b) (11,15-19): El templo, instrumento de explotación
económica: comercio religioso (cf. Zac 14,21), cambio de moneda (alusión al
tributo, a las ofrendas y al tesoro); en particular, explotación de los pobres
(ofrenda de palomas para sacrificios expiatorios, cf. Lv 5,7; 14,22.30s) (15);
profanado, convertido en vía pública (16). La enseñanza explica la denuncia;
para todos los pueblos (Is 56,7): traición a la misión universal de Israel;
debía haber constituido una sociedad justa que hubiese atraído a los paganos al
conocimiento del verdadero Dios; cueva de bandidos (Jr 7,11), donde se almacena
el botín de las depredaciones (alusión al tesoro); se insinúa ya la destrucción
del templo (cf. Jr. 7,12-15) (17). Intención y miedo de los dirigentes (18; cf.
14,1). Jesús no pasa la noche en la ciudad (19).
c) (11,20-25): La maldición ha causado la muerte de la
higuera (cf. 13,2: destrucción del templo); lo que no cumple su finalidad no
tiene razón de existir (20). Por segunda vez, Pedro muestra su actitud llamando
a Jesús Rabbí (cf. 9,5; Judas en 14,45), maestro que se atiene a la tradición
del judaísmo, y le hace notar el poder de su palabra: podría aniquilar a sus
enemigos sin necesidad de afrontar la muerte (cf. 2 Re 2,24; 9,25s.34-37); pero
la ruina de la higuera/institución no se debe a la sola palabra de Jesús, sino
a su denuncia y ruptura, que le acarreará la muerte (11,17s) (20-21). Tener fe,
cf. 4,40, en contraste con el miedo; exhortación a no temer (2). También el
discípulo debe romper radicalmente con la institución (el monte, el del templo
u otro que simbolice un sistema legitimado por la presencia divina) y desear su
desaparición (quítate de ahí y tírate al mar, cf. 5,13); su ruptura tendrá
eficacia si no vacila, pues, como en el caso de Jesús, la institución se
propondrá suprimir a los que rompen con ella (23). Explica el «tener fe en
Dios» (cf. v. 22): la fuerza de Dios, a disposición del discípulo, para
afrontar las consecuencias de su ruptura (24). Condición: no sentir hostilidad
contra los hombres: la ruptura no se hace por odio a los opresores, sino para
evitar que continúe la opresión. Exclusión de todo espíritu de violencia (25).
Algunos mss. añaden el v. 26, tomado de Mt 6,15.
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